Soy gordo. Soy asquerosamente gordo. Soy el ser humano más gordo que conozco. Lo único que tengo es exceso de peso en todo el cuerpo. Tengo los dedos gordos. Tengo las muñecas gordas. Mis ojos son gordos. Tengo muchos kilos de más. Se desparrama la carne sobre mí como el chocolate caliente sobre un helado. Puedo verlo en los rostros de la gente cuando ando por la calle; “¡Eh, cuidado con ese puto gordo! Vigilad no os aplaste”. Yo soy el gordo de los chistes, ese al que es más fácil saltarle que darle la vuelta. El gordo de cuando se abre el telón y se le ve zampándose una tarta de nata repleta de velas, se le prende la ropa y la grasa, se cierra el telón y te preguntan: “¿Cuál es el título de la película? Ni puta idea, ¿eh? ¡El Goloso en Llamas! ¿En qué estabas pensando, tía?
Pues sí,
chica; ese hijo bastardo de Moby Dick soy yo. Ese que un día olvidó su nombre
de carné por sus grasientos motes. Uno que nunca se ha comido una puta rosca ni
el Domingo de Pascua. Eso te hace gracia, ¿eh, zorra? Lástima que no
puedas sonreir para descojonarnos juntos. Si supiera que no ibas a
gritar, te quitaría el pañuelo de la boca. Ya me la has querido jugar antes y
no te voy a permitir más intentos. Calladita estás más guapa.
Sí, soy gordo. ¿No lo habías notado?
El día que entré en ese jodido antro y todas os partisteis el culo de mi oronda
presencia, sentí que el mundo se me venía encima. ¡Sólo quería un poco de
cariño, joder! Eso que hace tantos años me negaste. ¿No dicen que en un
puticlub todo espécimen triunfa y que no faltan chonis para sobarte la
entrepierna? Pues no, tenías que partirme de nuevo el corazón, robarme la
ilusión y menguar mi hombría. ¡Pues ya la has visto y sentido! ¿Acaso creías
que no me la iba a encontrar bajo estas lorzas sudorosas? ¿Por qué esta iba a
ser diferente, eh? Es lo mismo que te meten en el cuerpo una y otra vez todos
los putos días. Y lo seguirá siendo hasta que dejes de ser princesa o el chulo que
manda te salte los pocos dientes que te quedan.
Durante la adolescencia siempre
imaginaba cómo sería nuestra primera vez. La chica más guapa del insti. Te
llamábamos Bea, ¿recuerdas? Me robaste el corazón en 4º de EGB. Antes eras
morena, tenías unos ojos verdes que me volvían loco y a los 11 años ya gastabas
unos melones respingones que atraían hasta la atención del profesorado. Seguro
que eso ya te ponía. Tus primeros dedos, no te hagas la tonta. Yo entonces
comenzaba a parecerme al muñeco de Michelín. Me comía las del pulpo; todos se
cebaban conmigo porque sólo sabía tragar y llorar. Me zurraban dentro y fuera
de casa, ¿cómo sino iba a devorar con tanta ansia? Comer era lo mejor, lo más
sabroso y gratificante que me pasó de crío. ¿Puedes entender eso?
Estaba hablando de ti, no desvíes la
conversación. ¿De veras sigues recordando tu verdadero nombre? Con las ostias
que te han dado ya no sabrás ni en qué día vives. Me enamoraste perdidamente,
no dejaba de pensar en tus ojos y en tus melones, ni paraba de manchar las gayumbos
por las noches cuando tu linda imagen acudía a mi cabeza. Un buen día te
deslicé una nota dentro de tu mochila y… ¡Ni siquiera apareciste por el parque!
¿Quieres que siga refrescando tu memoria? ¡Vamos, contesta! O vuelvo a ser
malo… Así, eso es; moviendo la cabeza. Tienes cicatrices por todas partes, pero
creo que te quedan muchos embistes todavía. Al día siguiente, en el recreo, me
señalaste con el dedo partiéndote el culo ante sus amiguitas y atrayendo a mis
queridos gamberros; “bullying”, le dicen ahora. Está de moda ponerle nombrecitos
anglosajones a las cosas. Lo tuyo sería “putying”. ¿No te hace gracia? ¡Me
parto! Yo sería el “fatty” y tú la “putty”. ¡Eh, eso ha estado cojonudo!
Gordo, misógino y onanista. Mis
amigos −sí, aunque te parezca mentira, haberlos, haylos−, me llaman “Onan el
Bárbaro”. Demasiado complicado para tu neurona lisiada, ¿verdad? Sólo quería volver
a verte después de tanto tiempo. Aún sentía algo por ti, ¿sabes? Si de paso,
con unos cuantos billetes y una botella de cava, decidías brindar conmigo por
los viejos tiempos… ¡Hey! Se trataba de echar un polvo de una maldita vez, penetrarte
de verdad. ¿Sabes cuantas “dollys” con tu nombre han decorado el fondo de mi
armario en la última década? Estoy malgastado mi mísera pensión en parches, tía.
Entiéndelo y déjate de falsas lagrimitas.
Hubiera preferido no haberte
desparramado encima mis ciento cincuenta kilos de sebo ni haber afeado tu piel de
látex con tantos mordiscos, pero era el precio a pagar por tu doble ofensa. Y
perdona por la falta de precaución; entraba también dentro de mis honorarios. Los
tuyos los pacté con tu chulo, ese esmirriado con aliento a polla que te está
malcriando.
Creo que ya es hora de
que te quite ese trapo de la boca, no sirve para nada. ¡Ahhh! Me muero de
hambre, me has hecho sudar a lo bestia. Hoy te he dado bien de lo tuyo, ¿eh,
preciosa? Sé que te gusta igual que a mi, así que no te quedes mirándome con la
boca abierta, que pareces boba.
D.R.G.
Este relato es bastante agresivo, no?. Esta forma de escribir me recuerda en cierta manera al Pérez Reverte del Semanal.Eso sí, has conseguido llamar mi atención.
ResponderEliminarsaludos mesache y a seguir escribiendo.
Es lo que yo llamo un "vómito mental". Simplemente me llega la inspiración y dejo que mi imaginario fluya. El resultado final depende de pulirlo bien y sorprender con el desenlace. ¿Lo esperabas? Me alegra que haya llamado tu atención y que hayas disfrutado en cierto modo. Y lo mejor, ver tu comentario. ¡Abrazotes, mesache!
ResponderEliminarJjejejeejejej, vaya pedazo de relato escrito con las tripas eh, muy bueno si señor :DDD
ResponderEliminarPobre del que no sabe tomarse la vida como debe, ya sea con el "desahogo" que aquí nos cuentas o cualquier otro jajaja
Un beso bicho, que me ha gustado mucho
Muy potente el relato. Algo "gore", pero eso hace seguir leyendo. El lenguaje tan descarnado le va mucho. Consigues una atmósfera inquietante que culmina con el desenlace inesperado.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un saludo y a seguir escribiendo.
José Manuel González
Gracias, compis de fatigas! Me encanta escribir con las tripas, pero también tengo relatos para sensiblones por aquí, ¡jejeje! Hay que escribir un poco de todo, ir probando, "yatusabe". Gracias por tu comentario y seguimiento, José Manuel.
ResponderEliminarUn abrazo para todos!