lunes, 16 de abril de 2012

VUELO




Sueño que puedo volar.

El tejado de enfrente no está lejos.

Lo hago así; concentro todas mis energías, cierro con fuerza las manos y los párpados y comienzo a elevarme.

Puedo conseguirlo, lo sé.

Al principio floto. Despacio. Es maravilloso experimentar, aún de forma onírica, esa sensación de ingravidez. Me reconforta ver los rostros incrédulos de la gente que aparece en mis sueños cuando comienzo a despegar.

Esos de ahí abajo no saben lo que dicen. ¡Envidiosos! Seguro que aún no habéis aprendido a volar.

No sólo ya he aumentado la altura de la levitación con la práctica, sino que además puedo desplazarme en el aire. No muy alto todavía, pero al menos lo hago a mi antojo. Es increíble. Cuando despierto, me siento capaz de todo. Puedo volar, o flotar, que es sólo el comienzo, simplemente con constancia y dedicación.

Sólo tengo que cerrar las manos, así. El viento no debe ser un problema, ya controlo el vuelo. Concéntrate. No oigas los gritos. Las sirenas. Los golpes en la puerta.

Ya no sé distinguir entre sueño y realidad. Me es indiferente. Gracias a mis sueños, llevo un tiempo consiguiendo lo que ansío, que no son grandes metas, pero sí algunos peldaños. Por eso, no tengo miedo a caer.

Debo ignorarles, me desconcentran. El despegue. Cerrar los ojos. Eso es.

Sólo quiero volar.


D.R.G.


2 comentarios:

  1. Con la huelga de pilotos no nos queda otro remedio que hacer lo mismo que el protagonista del relato.

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