Mayo de 2014.
Veo pasar mi vida por delante de mis narices. Corre a toda prisa, vuela en una carrera agitando mi sesera en el último aliento expirado. La veo aflorar de nuevo, me veo nacer. Soy testigo de mis llantos, de los paseos al sol agarrado a la mano de mi madre y de la madurez como adulto. Me veo repartiendo flores, trabajando duro, corriendo de aquí para allá, haciendo el amor con mi mujer y llevando a mi pequeña al colegio todas las mañanas.
Veo pasar mi vida por delante de mis narices. Corre a toda prisa, vuela en una carrera agitando mi sesera en el último aliento expirado. La veo aflorar de nuevo, me veo nacer. Soy testigo de mis llantos, de los paseos al sol agarrado a la mano de mi madre y de la madurez como adulto. Me veo repartiendo flores, trabajando duro, corriendo de aquí para allá, haciendo el amor con mi mujer y llevando a mi pequeña al colegio todas las mañanas.
Dios… ¿Qué hago aquí? ¿Qué ocurre…?
Iba en el coche, volaba en el asfalto. Recuerdo que eché unos tragos. Joder… También tomé unas cuantas pastillas para poder conciliar el sueño, pero luego… Dios, iba a suicidarme.
Tomé aquella curva de mala manera, viré bruscamente. Me salí del carril, aceleré y derrapé para poder llevarme por delante a unos cuantos malolientes. Jodidos capullos… Sí. Creo que eso es lo que hice; me llevé por delante a toda esa chusma. Un momento, hubo alguien más; recuerdo a una mujer. Contacté con ella… Es verdad, había gente viva al otro lado de la transmisión. Por eso mismo decidí salir en su busca, llevaba siglos sin tener noticias de nadie. Claro… Incendié el garaje, detoné el cierre y salí a toda pastilla. ¡Cielo santo…! Quería escapar de allí y sólo he encontrado la muerte.
Percibo la llamada de alguien. Está lejos, muy lejos. Pero sólo puedo contemplar mi sombra en el suelo, junto al todoterreno. Inmóvil. Mi cuerpo está tumbado en el césped, entre cristales, rodeado de esos seres. Extienden sus miembros descarnados hacia él. Van a despedazarlo y no puedo hacer nada para detenerles.
Morir… no, así no. En manos de esas cosas no.
Iba en el coche, volaba en el asfalto. Recuerdo que eché unos tragos. Joder… También tomé unas cuantas pastillas para poder conciliar el sueño, pero luego… Dios, iba a suicidarme.
Tomé aquella curva de mala manera, viré bruscamente. Me salí del carril, aceleré y derrapé para poder llevarme por delante a unos cuantos malolientes. Jodidos capullos… Sí. Creo que eso es lo que hice; me llevé por delante a toda esa chusma. Un momento, hubo alguien más; recuerdo a una mujer. Contacté con ella… Es verdad, había gente viva al otro lado de la transmisión. Por eso mismo decidí salir en su busca, llevaba siglos sin tener noticias de nadie. Claro… Incendié el garaje, detoné el cierre y salí a toda pastilla. ¡Cielo santo…! Quería escapar de allí y sólo he encontrado la muerte.
Percibo la llamada de alguien. Está lejos, muy lejos. Pero sólo puedo contemplar mi sombra en el suelo, junto al todoterreno. Inmóvil. Mi cuerpo está tumbado en el césped, entre cristales, rodeado de esos seres. Extienden sus miembros descarnados hacia él. Van a despedazarlo y no puedo hacer nada para detenerles.
Morir… no, así no. En manos de esas cosas no.
Contemplo mi devenir; imágenes siniestras y dolorosas, marchitas. Se
asemejan a fotos antiguas, roídas y descoloridas por el paso del tiempo.
Acercándose a la par, como niebla oscura y siniestra, difusos retablos
conforman el dibujo de mi vida, aquella que dejé atrás dentro del
espejo. Fechas salteadas, elegidas por una mente confusa antes de la
extinción, regresan para acosarme. Días de una vida no tan pasada, e
instantes sufridos en una pesadilla tan real como mi propio nombre;
Owen… Qué extraño suena cuando has sido el único que lo ha pronunciado
durante tanto tiempo.
La niebla alcanza mi figura y la absorbe. Me recuerda el momento en el que me miré en el espejo; sucio, ensangrentado, maloliente… Como un infectado más. No conseguía reconocerme, era otra persona. Aquel día, frente al espejo, dejé de existir para dar paso a otro Owen bien distinto. Enfurecido, deseando que todo terminara.
Levanté el brazo aquel día en un ataque de furia y hundí el puño en el cristal. A pesar de haberme reventado los nudillos, el dolor interno me flagelaba más que la piel destrozada. No conseguí llorar. No logré borrar la imagen de mi pequeña. Quería desaparecer. Tembloroso y frenético, lo intenté con un pedazo de cristal roto sobre mi muñeca, pero no tuve el valor de hacerlo.
La niebla alcanza mi figura y la absorbe. Me recuerda el momento en el que me miré en el espejo; sucio, ensangrentado, maloliente… Como un infectado más. No conseguía reconocerme, era otra persona. Aquel día, frente al espejo, dejé de existir para dar paso a otro Owen bien distinto. Enfurecido, deseando que todo terminara.
Levanté el brazo aquel día en un ataque de furia y hundí el puño en el cristal. A pesar de haberme reventado los nudillos, el dolor interno me flagelaba más que la piel destrozada. No conseguí llorar. No logré borrar la imagen de mi pequeña. Quería desaparecer. Tembloroso y frenético, lo intenté con un pedazo de cristal roto sobre mi muñeca, pero no tuve el valor de hacerlo.
Estúpido cobarde…
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